Hotel “Banyan Tree”

El hotel y sus playas ocupan toda la isla. De hecho, no hay nada más.

La única manera de acceder es por mar. Es por eso que la gente del mismo hotel te vienen a recoger en el aeropuerto de Male (capital de Maldivas). El trayecto es de media hora aproximadamente.

Cuando llegas, la sensación de paz y tranquilidad es inmensa. No te hace falta ni poner un pie en el suelo para darte cuenta de que estás frente varios días de "no hacer nada", de dejarte cuidar y mimar en un entorno único.

Las instalaciones son fantásticas. Excepto en las cabañas, el suelo de todo lo demás (incluido el bar y el restaurante) es de arena. Está pensado para que vayas sin zapatos durante todo el día.

Las cabañas son para dos personas y están acondicionadas con todo tipo de detalles. Los baños son al aire libre con jakuzzi exterior en cada uno de ellos. Cada una de las cabañas tiene un acceso directo a la playa.

Hay muy poca actividad a realizar. Como excursiones existe la posibilidad de ir a alta mar a ver los delfines, o ir a cenar a un lugar de alguna otra isla. Se recomienda alquilar gafas para poder disfrutar de toda la flora y fauna marina. Es importante destacar que la vuelta a la isla por perímetros dura unos veinte minutos.

Hay dos cosas que realmente impresionan. Una, la puesta de sol. El amenizan con gente local tocando los Jember. Brutal. El otro, cada día sobre las 18h aparecen grupos de "mantas" que llegan hasta la arena y, por la noche, aparecen tiburones pequeños (de unos 2 ó 3 metros) que dan vueltas por los muelles. Impresiona bastante pensar que, de día te bañas en las mismas aguas por donde de noche pasean los tiburones.