Hotel “Molí de la Torre”

Soy de esas personas que, más mayor me hago, más aprecio la calidad del trato humano. Si no me siento a gusto en un sitio o no me lo hacen sentir, por muy bonito que sea, no vuelvo. En cambio, hay otros que tienen una magia que me envuelve y me engancha. Y siempre (siempre) esta magia está provocada por las personas que hay detrás.

Esto es justamente lo que me pasó en el hotelito "Molí de la Torre" de Bigues i Riells. Para mí, el "Hotel de Carles". Él es el alma matter de todo. Transparencia y naturalidad. Tal cual. Nada que esconder y, en los días que corren, se agradece encontrar gente así. Fue un descubrimiento.

El hotel está ubicado en un antiguo molino del siglo XII y que, posteriormente y hasta el 1962, fue una fábrica textil. En el 2006, Carles decidió restaurar el edificio manteniendo y respetando la estructura original pero con la finalidad de convertirlo en un hotelito con encanto.

Una de las cosas que más me sorprendió es el calor que ha conseguido tener, por igual, en cualquier rincón del hotel. Arriba o abajo, orientado a norte o al sur; es igual, la temperatura siempre es la misma.

En la parte de abajo, hay el restaurante (de cocina muy casera y de materia prima muy buena), una sala de estar con mesas bajas que incitan a la lectura y una sala polivalente ideal para hacer reuniones de empresa pues está preparada con proyector. En esta sala es donde, cada viernes noche, se hace el cine-fórum de Bigues i Riells

En la parte de arriba, están las doce habitaciones y la suite. Están personalizadas, con lo que han conseguido que no haya ninguna igual. Esto sí, tienen las mismas prestaciones, excepto la suite que tiene un spa en el baño. Amplitud, gusto y limpieza son las tres características con las que las definiría.

El hotel tiene todos los detalles tanto a nivel funcional (ascensor, wi-fi, etc) como a nivel estético.

Fuera hay un porche súper agradable para pasar tardes y noches especialmente tranquilas.