Escondida en una calle pequeña detrás del Mercat de la Boqueria está esta taberna veneciana que vale la pena visitar.
La puerta es discreta. No llama demasiado la atención; de hecho, si no me hubieran llevado, no hubiera entrado. Pasada la puerta verde, un local de aspecto curioso te hace sentir cómodo desde el primer momento. Es de aspecto informal, pero cuidado a la vez. La decoración es muy variada; nada de lo que hay encaja con lo de al lado... pero todo junto le da un carácter simpático.
Personalmente, me gusta más el primer piso. Se accede por una escalera de madera muy rústica. Arriba, hay dos ambientes separados, pero conectados a la vez. Las mesas de madera y las fotos del Caribe le dan un encanto especial. El local es acogedor y divertido.
Ellos son muy amables. No les importa "perder" tiempo explicando los platos con detalle, cosa que me encantó. Lo viven con pasión y así lo transmiten a los clientes. Tal como me explicaron los platos, los hubiera pedido todos!
Tipo: cocina veneciana con mezcla sorprendente de buenos productos. La carta cambia cada temporada.
- Ensalada tibia de calamares a la plancha con hinojo, apio, pecorino, piñones y aceitunas Calamata - Es, sin duda, uno de los platos estrella. Muy refrescante. El contraste de sabores la hace deliciosa.
- Pappardella con Ragu a la Genovesa y queso pecorino - Otro de los platos estrella. La pasta la sirven al punto perfecto y el ragú es muy sabroso. Nadie debería irse sin probarlo!
- Passatelli con setas rossinyols y rúcula - La salsa estaba buenísima. Aunque este plato me pareció más "pesado" que los demás, es totalmente recomendable.
- Carbonara de Mare - Ravioli con mejillones y calamares. Plato muy gustoso.
Me atrevo a decir que es uno de los mejores sitios donde he comido pasta de Barcelona, después del "Xemei".
La carta de vinos está formada, mayoritariamente, por vinos italianos.
El restaurante es pequeño y siempre está lleno. Recomiendo, reservar mesa con antelación.
Precio: Medio. Entre 25€ y 40€
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