Era muy difícil superar el 2018, pero afrontaba el año nuevo con muchas ganas. Tenía mil propuestas en la cabeza, los días de vacaciones no me llegaban a todo y el presupuesto era muy inferior al de otros años. Me tenía que espabilar y salí con la mía. El resumen es bastante bueno.
En enero, con la finalidad de comenzar el año con ilusión me fui 4 días a Portugal. Pisaba Porto por primera vez y salí de allí enamorada. Hay dos clásicos imperdibles: el barrio de la Ribera y Barredo. El primero es probablemente uno de los lugares más fotografiados del mundo. El segundo es allí donde me encontraréis a mí. Ambos son fantásticos. Uno está lleno de restaurantes y turistas y en el otro no hay nadie. Caminar por las estrechas calles de Barredo mirando todos los detalles, no tiene precio. Recomiendo cruzar el puente Don Luis I para poder ver la perspectiva de la Ribera desde el otro lado. Me quedé sin palabras en la Livraria Lello. Pienso que es la librería más bonita en la que he estado nunca. Otra cosa que me dejó fuera de juego fue la Estación de Sao Bento. Los murales de cerámica del interior son fascinantes. Porto es bestial. Ya contaré el detalle de la ruta cuando haga el post de la ciudad. Me desplacé con transporte público hasta Leiria. Allí me recogió un amigo y me llevó hasta Peniche, que me fascinó. De camino a Nazaré, hicimos una parada en Sao Martinho do Porto. Al día siguiente hicimos visita a Aveiro y a Costa Nova. Acabé la ruta a Lisboa pasando un día entero con amigos.
En mayo fui a USA. A Tenesse, concretamente en Harrogate, tenía un evento familiar. No esperaba nada trepidante de la zona; así es que no planifiqué ninguna visita. Y no sabéis cómo me arrepentí. Me sorprendió muy positivamente. Tanto que quiero volver. Terminado el evento fui hasta Washington por carretera. Tenía poco tiempo y me limité a ver la Casa Blanca, el Monumento a Washington, el Lincoln Memorial, los Jardines de la Constitución, el National Mall y el Capitol. La siguiente parada de mi roadtrip fue otro sueño cumplido: Lancaster. Siempre había querido ver la tierra de los Amish y, si queréis que os diga la verdad, me hubiera quedado un par de días. Pienso que debe ser chulo vivir la experiencia desde dentro. La última visita, como no podía ser de otra manera, fue en New York.
En junio y, como no podía ser de otro modo, tuve mi cita anual con mi pequeño paraíso. Menorca me esperaba como cada año. Estuve en Binibeca; pero sin parar quieta. Hice un recorrido en barca desde Alcaufar hasta Cales Coves. Siempre he dicho que Menorca es maravillosa; pero, si tenéis la oportunidad, os recomiendo que la veáis desde el mar. Es aún más bonita. Este año descarté Villacarlos (Es Castell) y, a cambio, fui a cenar al puerto de Ciutadella. Al día siguiente hice visita a la Playa de Binibeca y Sa Mesquida.
En septiembre volví a USA para estar unos días en New York y hacer ruta por la costa este. Long Island es otro lugar al que me gustaría volver. La tranquilidad y la elegancia de los Hamptons me enamoró. Allí cogí un ferry que me llevó hasta New London donde puse rumbo a Newport (bestial!) pasando por Mystic River. No pude ver bien Cape Cod. Las distancias a Estados Unidos son tan diferentes de las de Europa que calculé mal. Boston fue la última visita. La verdad es que, aunque la ciudad es bonita, no me fascinó. Fui a Harvard y de vuelta a New York, hice parada en la universidad de Yale de New Heaven. Esta última universidad es más bonita y con más encanto. Buena ruta!
Para terminar el año, pasadas las fiestas de Navidad y en pleno invierno, fui a pasar 4 días en Lanzarote. Me encanta ir a destinos cálidos en temporada de invierno. Fui con niños pequeños y el ritmo de las visitas fue muy lento; pero aún así, me dio tiempo a ver bastantes cosas. Una isla que se ha respetado bastante a sí misma. Me encantó el paisaje volcánico, pero mis dos sitios favoritos son El Golfo y La Graciosa. Brutal!
2019 también ha sido muy completo en viajes!
Deja tu comentario