Cuando decidí ir a Grecia, mi ilusión se centraba en las islas. Tenía muchas ganas de disfrutar de las playas, del buen pescadito, hacer recorridos en quads y ver mil iglesias pequeñas en los acantilados. Vamos... lo que todo el mundo explica. Sabía que "tenía la obligación" de ir al Partenón por un tema obvio y evidente de historia; pero Atenas en sí me daba pereza...
