Escapada Miami

Había estado en Miami años atrás, no me había gustado demasiado y no tenía ganas de volver. De hecho, tengo una larga lista de destinos a los que ir antes que repetir Miami; pero los sobrinos me dominan.

Son inquietos y se mueven por Estados Unidos y yo, tal y como siempre les he prometido, voy a verlos allí donde están. Éste fue el motivo de la segunda visita a Miami.

Es un acierto empezar en Wynwood Walls. Es un barrio de artistas y bohemios que nada tiene que ver con la famosa Miami Beach. Wynwood ha dejado de ser un barrio obrero conflictivo con delincuencia e inseguridad para ponerse de moda. Los apartamentos están subiendo de precio, las empresas luchan por tener locales y los músicos están instalando sus estudios de grabación aquí. Las grúas que hay en cada esquina dejan en evidencia que es un barrio emergente. Todo esto ocurre desde los años 90 gracias a los vecinos del barrio y a Tony Goldman que impulsó los graffitis en las paredes y lo culminó con la exposición: Wynwood Walls. Hay museos muy interesantes. Caminé sin prisa y observé los murales que hay al aire libre. Hay arte en cada esquina. Recomiendo el restaurante Morgans que es sencillo pero tiene buena relación calidad-precio y ellos son encantadores.

Ir de Wynwood a Little Havana es impactante. ¡Qué poco imaginaba encontrarme lo que vi aquí! Caminé la SW 8th avenue arriba y abajo como cuatro veces y estuve un buen rato sin hablar con nadie en Domino Park (o Parque Máximo Gómez). Me trasladó a Cuba. Este espacio es un fiel testigo de la inmigración cubana que vivió Miami durante los años 60 cuando muchos ciudadanos huyeron del régimen de Fidel Castro en Cuba. Hay gente de avanzada edad jugando al domino o al ajedrez. Dicen que 98% de la población es latina y la mayoría es de Cuba. Todo gira en torno a esta calle donde conviven restaurantes cubanos, tiendas muy auténticas y fabricantes de puros. Existe un Paseo de la Fama de las estrellas latinas más conocidas como Julio Iglesias, Thalia, Celia Cruz, etc.

Creo que organizamos perfecto el orden de las visitas. Contraste tras contraste. Pasar del ambiente cubano a Coral Gables fue magnífico. Aquí no hay música en la calle; hay silencio. Las avenidas son gigantes. Las calles están limpias e impecablemente ordenadas. Las casas son enormes con los jardines llenos de árboles muy cuidados. ¡Es una zona residencial en la que dan ganas de vivir! El responsable es George Merrick que en 1920 compró 4.000 hectáreas y construyó lo que él llamó "ciudad hermosa". Tuve la mala suerte de ver la Venetian Pool vacía. El mítico hotel Biltmore es uno de los iconos de la zona.

Por inercia y por proximidad, la siguiente parada es Coconut Grove. Era una ciudad independiente que en 1925 pasó a formar parte de Miami. La zona del Coconut Grove Sailing Club es bestial. Palmeras exuberantes de color verde intenso contrastan con el azul de la bahía. Me encantó estar un rato en el puerto, caminar por las pasarelas de madera y disfrutar de la calma del sitio. Muy cerca se encuentra la CocoWalk que es uno de los puntos más visitados tanto por los turistas como por los ciudadanos de Miami. Es un centro comercial muy bonito lleno de restaurantes, cafeterías y tiendas.

A los que nos gusta el tenis, es casi una obligación ir a Key Biscayne. Fui pero no vi nada. Hay una sola carretera de acceso y pillé una caravana tan bestia que estuve casi 5 horas con el coche completamente detenido. Me hubiera gustado ir a Virginia Key a hacer el Mabel Fentress Miller Walking Trail y el Robin's Birding Trail de Key Biscaine, pero no fue posible. ¡Otro año será! Ahora bien, ¡no me dejé escapar la cena en el Rusty Pelican! Me lo recomendó una persona que vive allí y fue un acierto total. Se puede cenar tanto fuera como dentro con vistas maravillosas al skyline de Miami.

De Miami Beach sólo me quedo con el restaurante Casa Tua. Me llevé una decepción con la zona. Por culpa de las películas, me imaginaba un paseo enorme con playas largas llenas de tiendas y restaurantes maravillosos y me encontré con la peor versión de Miami. No me gustó el ambiente ni de día ni de noche. Tiene un punto decadente sin ninguna gracia.

Nadie puede irse de Miami sin vivir Brickell. Es la extravagancia llevada al extremo: rascacielos impresionantes, piscinas en los rooftops, coches de lujo, yates enormes, personas poco discretas... no me cansé de observar a la gente y su manera de hacer y vivir. Hay miles de cafeterías y restaurantes uno junto a otro, de todos precios y niveles, pero todos llenos. Todo el mundo habla español; no hace falta hablar inglés para moverse por Brickell pues hay muchos latinos. Dejando a un lado el ambiente histriónico de la ciudad, visité dos sitios que tenía en la wish list. La primera era ir al famoso restaurante Nusr Et Steakhouse) y la segunda es andar por el paseo de Brickell Key. Una ya está vista, la otra volvería.

¡Y cómo no! Esta vez sí fui a los Everglades. Subí a una de las barcas propulsadas por aire y pude ver la fauna salvaje de la zona; cocodrilos entre otros. Los hidrodeslizadores se desplazan a gran velocidad y hacen que la excursión sea muy divertida. Contraté la excursión aquí. Dura una hora y media y se hace muy corto. ¡Lo mejor de todo es cuando detienen los motores y ves a los cocodrilos no demasiado lejos!

Una excursión que se tiene que hacer en tres días es la del Cayos y terminar en Key West. He ido dos veces. La primera enganché el final de una tormenta tropical. Lo que debía ser playas paradisíacas resultó ser un cúmulo de barro horroroso. La segunda, que es ésta última, fue maravilloso. Espero no tardar en realizar la publicación.

Si necesitáis y/o deseáis ayuda en la organización de la escapada, ¡no dudéis en enviarme un mail!

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Miami tiene mucha vida.
Uno puede estar el tiempo que quiera; pero, al menos, tres o cuatro días son necesarios.

Sin problema.

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